La grieta mata más que la pandemia; y la politiquería más que la muerte.

por Pablo Baqué

Porque a la propia muerte le desborda la agenda de pasar a buscar a tantas personas obligadas a cambiar de plano por las malas decisiones, la impericia, la negligencia y la soberbia de muchos actores políticos cuya acción u omisión tantas veces termina asesinando.

Hay miles de ejemplos: Si alguien decide ahorrar en oxígeno en un hospital para liberar camas, si otro funcionario que funciona en escritorio no compra insumos básicos para los hospitales, si algún administrador de salud no tiene la prioridad de comprar un termotanque que vale 20 mil pesos para evitar que a los niños que nacen en un hospital público se los reciba con una primera ducha de bienvenida, pero con agua fría.

O cuando vemos en ese video brasileño donde fingen vacunar a los ancianos pero no lo hacen. Recordemos que el delincuente ex gremialista de los bancarios Juan José Zanola, le daba agüita con azúcar a los pacientes oncológicos en lugar de los medicamentos que necesitaban.

Si vas al hospital estatal por una dolencia y te dan turno para dentro de dos meses para hacerte un estudio… y vos tenés que decirle a tu dolor que se aguante un rato más.

Y siguen los casos … si estas internado en una clínica, pero con el fin de apaciguar tu desesperación y evitar que te muevas,  en lugar de sedarte y paliar el dolor prefieren atarte a la cama.

Esto pasa en  Argentina en el año 2021.

De nuevo… Imaginate con todas tus funciones cerebrales funcionando, entendiendo todo, que te obliguen a pasar los últimos días de tu vida atado, sufriendo y mirando el techo… eso es tortura.

Trata a los demás cómo quisieras que te traten. ¿Acaso están buscando que la vida les devuelva eso mismo a la hora de la debilidad o de la vejez?

Pero no solo esto ocurre en el ámbito de la salud.

Si para el empleador tu sueldo no es la prioridad y vos tenés que esperar al día que se le cante para planificar si habrá o no en tu mesa un plato de comida o un medicamento importante para poder seguir entregando lo más valioso, escaso e irrecuperable que es tu tiempo a cambio de una remuneración.

Si hay una jueza hermana de un ministro que devuelve favores y acomoda la letra de la ley de manera funcional a los deseos de esos que les importa más el imbécil tironeo político y su propaganda orientada a ocultar la basura debajo de la alfombra, usando el silencio cómplice de los medios hijos de una gran pauta.

Vivimos en un tiempo de cambio de paradigmas. Lo respiramos en la violencia de la calle, en las ambiciones de los políticos que sin pudor muestran el culo por televisión y en la pérdida absoluta de valores humanos.

Cada vez más veo a tantos que se están olvidando de que tratan con personas…

Nos está pasando de todo. No solo en la Argentina. Especialmente en muchos sitios atrasados de la hora en la que vive el mundo, como aquí.

Y mirando al Congreso: conozco gente de bien que es obligada a levantar la mano en pro de la «presencialidad en las escuelas», o conminada a hacerlo solo para exhibirse del otro lado de la grieta, y así conservar los privilegios.

Entonces esto que tenemos no es un Parlamento, sino un teatro de marionetas. Y eso también mata.

Si a vos te nombran en un cargo y te llenas la agenda firmando convenios y comiendo «sanguchitos» en las sucesivas reuniones, puede estar bien lo que proyectes (aunque gran parte de las veces los convenios refieren a temas teóricos, conceptuales, imprácticos o hasta de vergüenza ajena) … entonces no sos un político que no funciona: sos mucho peor que eso… porque has dejado de tomar contacto con la realidad de la gente por la que cobras un sueldo para transformar y mejorar sus vidas.

Nos falta un parlamentarismo serio, práctico y eficiente. Parece utópico en un país donde es imposible acordar nada en una reunión de consorcio, donde cada cual defiende su ego, y donde la justicia no se saca la venda de los ojos para no morir de vergüenza.  

En especial en esta pandemia los representantes del pueblo deben poner lo necesario para que la muerte deje de matar por la imprudencia y el tironeo politiquero.

No voy a decir ninguna novedad si menciono a aquellos que declaman la importancia de la educación pero sistemáticamente vienen negándole vacantes a los niños que necesitan de la escuela pública, y achicando la inversión del área año tras año. Esta psicopatía no tiene cura. 

Hoy los diputados y senadores deberían estar pensando en un mundo diferente en materia salud, educación y trabajo. A propósito, hay una “ley de teletrabajo” con una serie de derechos y obligaciones que no se cumplen. ¿Hay alguno que no mire para otro lado en la sala?… 

Hoy los legisladores deberían estar poniendo límites y educando a las Fuerzas de Seguridad para que no saquen los colmillos contra la población cuando se ordenan  restricciones a la circulación para proteger a la propia gente. Las fuerzas en este caso deben “cuidar al pueblo”, esa es su misión.

Pero nunca aprovechar la coyuntura para encender ese chip de la violencia que llevan siempre pegado en algún lugar cercano al bolsillo trasero del uniforme, y comenzar a ejercerla contra la sociedad que no sabe que hacer ante esta pandemia asesina… y sobre la cual la dirigencia tampoco tiene la menor idea de hacia dónde ir.

Necesitamos bomberos, no imbéciles que estén regando el fuego con nafta cada vez que pueden con el solo objeto de amargarnos la vida con sus discusiones que a nadie le importan.

¿Funcionarán los representantes del pueblo en estos tiempos de derrumbe total para tratar los temas prioritarios para la sociedad? O van a dejarnos atados en la cama esperando una muerte, que también es el único destino seguro de ellos mismos .

No es hora de cambiar el foco, ni de dilatar, ni de escuchar el aullido de los zombies que se suman a vomitar cualquier consigna de odio que les resuene en ese hueco profundo que tienen en el pecho.

Es hora de decidir entre la vida y la muerte que hoy penosamente se discute en un palabrerío disperso sobre un expediente judicial gris.